Suelo falso
Texto para el catálogo de la exposición ''Suelo Falso'' en la Galería de la Oficina, Medellín 2009
Alberto Sierra Maya.
En 2007 John Mario Ortiz propuso una maqueta topográfica que, construida a partir de tejas de zinc semejaba las ondulaciones del terreno del barrio Villatina que fue protagonista de una enorme catástrofe en 1987. A partir de esa obra y basándose en la subnormalidad del desarrollo urbano de los sitios ubicados en las periferias de las ciudades latinoamericanas, John Mario presenta un nuevo proyecto que ha titulado ‘’Suelo falso’’. Con este pretende hacer visible las tensiones que se presentan entre el agua que fluye y el terreno que trata de oponerse, entre la catástrofe y la precariedad urbana, entre el drama y la dignidad con la que cada comunidad edifica su entorno.
En las fotografías aéreas que debieron hacerse par a este trabajo, sobresalen las montañas forradas en metal como una imagen constante que se repite y hace parte de la obra. Las imágenes adquieren objetualidad mediante la apropiación del lenguaje topográfico unido a la bidimensionalidad de la reproducción. Cada cota del terreno es representada por un corte de la imagen que sigue las curvas y los niveles de la montaña.
Así, mediante el rastreo de los sitios más empinados del Oriente y del Occidente del Valle de Aburrá, se fotografiaron desde lo alto los barrios 20 de Julio, Comuna 13, Juan XXIII, Vallejuelos, Santo Domingo, parte alta de Manrique entre otros. De ellos Ortiz seleccionó planos más cerrados que dieran cuenta la generalidad de estas condiciones urbanísticas. Entonces, al oponer las capas de fotografías, el resultado final da cuenta del volumen y la textura propia de la montaña, sugiere el vértigo, el estar al borde una sensación de permanente caída libre.
Por estas razones, Suelo falso tiene como idea que se repite, la inestabilidad. Los títulos de cada una de las fotografías así lo denotan: Al borde, Precipitación, Alud, Avalancha, entre otros. Y también, de la acumulación que está presente no sólo en las capas fotográficas que se traslapan, sino también en la compleja disposición urbanística de los lugares que retrata.
En las exposición también están presentes esculturas /maquetas hechas en lámina metálica antideslizante, aquellas que se utilizan para los pisos de os camiones y buses, trabajadas de tal manera que remiten nuevamente a la representación de cotas de las montañas de la ciudad, oponiendo la idea del deslizamiento al material y la estabilidad al movimiento.
Estas piezas reciben el título de ‘’Montaña antideslizante’’. Son los modelos a escala de una topografía montañosa, y con ellos el artista no sólo se remite a una proporción, sino también a la construcción escalonada de los barrios subnormales.
Por último, al grupo de fotografías y maquetas lo acompaña un video que lleva el nombre de ‘’Borrados del mapa’’, una animación de cuatro capítulos que alude al deslizamiento, al movimiento de tierras que dejan como consecuencias apenas las líneas cartesianas del mapa, y el nombre de aquello que yace sepulto.
Este conjunto de piezas nos remiten a la idea de una condición de vida que se ha instalado en medio de la latencia de una amenaza de los elementos, de una constante precipitación, de la permanencia de la inestabilidad.
Alberto Sierra Maya.
En 2007 John Mario Ortiz propuso una maqueta topográfica que, construida a partir de tejas de zinc semejaba las ondulaciones del terreno del barrio Villatina que fue protagonista de una enorme catástrofe en 1987. A partir de esa obra y basándose en la subnormalidad del desarrollo urbano de los sitios ubicados en las periferias de las ciudades latinoamericanas, John Mario presenta un nuevo proyecto que ha titulado ‘’Suelo falso’’. Con este pretende hacer visible las tensiones que se presentan entre el agua que fluye y el terreno que trata de oponerse, entre la catástrofe y la precariedad urbana, entre el drama y la dignidad con la que cada comunidad edifica su entorno.
En las fotografías aéreas que debieron hacerse par a este trabajo, sobresalen las montañas forradas en metal como una imagen constante que se repite y hace parte de la obra. Las imágenes adquieren objetualidad mediante la apropiación del lenguaje topográfico unido a la bidimensionalidad de la reproducción. Cada cota del terreno es representada por un corte de la imagen que sigue las curvas y los niveles de la montaña.
Así, mediante el rastreo de los sitios más empinados del Oriente y del Occidente del Valle de Aburrá, se fotografiaron desde lo alto los barrios 20 de Julio, Comuna 13, Juan XXIII, Vallejuelos, Santo Domingo, parte alta de Manrique entre otros. De ellos Ortiz seleccionó planos más cerrados que dieran cuenta la generalidad de estas condiciones urbanísticas. Entonces, al oponer las capas de fotografías, el resultado final da cuenta del volumen y la textura propia de la montaña, sugiere el vértigo, el estar al borde una sensación de permanente caída libre.
Por estas razones, Suelo falso tiene como idea que se repite, la inestabilidad. Los títulos de cada una de las fotografías así lo denotan: Al borde, Precipitación, Alud, Avalancha, entre otros. Y también, de la acumulación que está presente no sólo en las capas fotográficas que se traslapan, sino también en la compleja disposición urbanística de los lugares que retrata.
En las exposición también están presentes esculturas /maquetas hechas en lámina metálica antideslizante, aquellas que se utilizan para los pisos de os camiones y buses, trabajadas de tal manera que remiten nuevamente a la representación de cotas de las montañas de la ciudad, oponiendo la idea del deslizamiento al material y la estabilidad al movimiento.
Estas piezas reciben el título de ‘’Montaña antideslizante’’. Son los modelos a escala de una topografía montañosa, y con ellos el artista no sólo se remite a una proporción, sino también a la construcción escalonada de los barrios subnormales.
Por último, al grupo de fotografías y maquetas lo acompaña un video que lleva el nombre de ‘’Borrados del mapa’’, una animación de cuatro capítulos que alude al deslizamiento, al movimiento de tierras que dejan como consecuencias apenas las líneas cartesianas del mapa, y el nombre de aquello que yace sepulto.
Este conjunto de piezas nos remiten a la idea de una condición de vida que se ha instalado en medio de la latencia de una amenaza de los elementos, de una constante precipitación, de la permanencia de la inestabilidad.